DE
SONRISA EN SONRISA
Una mañana, Patricia se despertó asustada por un sueño que había
tenido. Soñó que a todas las personas que conocía se les había borrado la sonrisa.
Estaba rodeada de gente muy triste, con
caras alargadas, con el ceño fruncido, con rostros llenos de amargura, cosa que
no le agradó nada.
Hasta su mamá, que era muy alegre y siempre tenía un chiste para
compartir, sólo gritaba y mostraba mal humor
De igual manera su padre y hermano; por
no hablar de la maestro, que
tenía un rostro de estatua, y sus compañeros de clase, quienes
ni con una broma reían.
Esto angustió mucho a Patricia, ya
que siempre pensaba que la sonrisa era la forma natural de comunicarse para
entender al amigo, al hermano y a los padres.
Esto lo pensaba debido a que sus
mejores ratos los había vivido cuando todos los miembros de la familia se
reían, y sabía lo importante que era ese pequeño gesto para mantenerse unidos y
comunicarse.
Patricia cada vez se sentía más sola
e incomprendida, nadie reía a su alrededor e incluso ella llegó a dejar de
sonreír y comenzó a llorar, temiendo que nunca volvería a ver feliz a nadie.
Pero llegó al punto de que el susto
invadió todo su cuerpo y de repente se despertó. Se dio cuenta de que estaba en
su cama, a salvo, y dijo: "Menos mal que sólo fue un sueño".
En ese momento su mamá llegó a la
cama con el desayuno y
una tremenda sonrisa, dándole un beso y diciéndole que el día hay que empezarlo feliz.
Cuento de Maén
Puerta (Venezuela)
EL ÁRBOL DE LOS VALORES
Había una vez un bosque que tenía muchos árboles y
coloridas flores. Allí las mariposas enlazaban cientos de colores mientras que
otras se embriagaban con su dulce néctar.
A veces, estas mariposas, por los penetrantes rayos
del sol, se vislumbraban de color plata y otras de color oro.
El hada
Sarita que recientemente había llegado al bosque se maravillaba
mirando la fraternidad del paisaje. Hasta que fijó su mirada sobre una mariposa
que con un mágico aleteo colocaba diferentes valores a las hojas de los
árboles.
Asombrada por lo que estaba viendo, el hada Sarita se
acercó a preguntar:
_ ¿Por qué esos árboles son tan hermosos?
La mariposa
Rosa que era la guardiana de los árboles con una dulce sonrisa
contestó:
_ Su belleza se fundamenta en que sus hojas están
construidas envalores humanos.
_ ¿Qué son los
valores?_ curioseó el hada Sarita.
_ Los
valores son los que hacen que las personas sean mejores cada día_ reveló
la mariposa Rosa.
Al enterarse de esto, el hada Sarita pidió que le
enseñara a construir el árbol de los valores y la mariposa Rosa le entregó unas
hojas para que los seleccionara.
En ese momento el hada Sarita escogió el valor de la dignidad y la responsabilidad para las raíces. El valor de la integridad para el tronco. El valor de la amistad y el respeto para las ramas.
Y finalmente el valor del autocontrol, el diálogo, el esfuerzo, el trabajo, la valentía, la autoestima y la diversión para las hojas.
Después de haber terminado de construir el árbol de
los valores se marchó a jugar.Volando libremente por el bosque, dejaba un
círculo de luz tras su vuelo para que las mariposas lo atravesaran.
En seguida, bajaron a los llanos del bosque, formaron
un círculo sobre las verdes hierbas y bailaron alegremente. Entre cantos y
música el hada Sarita aprendió a bailar el vals de las mariposas.
Y con ese mismo baile se acercó al árbol de los
valores; pero lloró tristemente cuando descubrió que su árbol era el único que
no había florecido. Viendo la mariposa Rosa el llanto del hada se acercó
a explicarle.
_ Tu árbol no ha tenido flores porque entre todos los
valores que te di a escoger no escogiste el valor más importante.
_ ¿Y cuál es el valor más importante? _ preguntó el
hada Sarita entre lágrimas.
_ ¡El
valor más importante es el amor!_ reveló la mariposa Rosa.
Al escuchar esto, el hada Sarita voló velozmente y
colocó el valor del amor sobre el árbol y éste comenzó a florecer.
Con este acontecimiento el hada Sarita entendió la
importancia de los valores y sobre todo... el valor del amor.
Autora: María
Abre
EL ÀRBOL DE LOS ANTIVALORES
En la guarida de un denso bosque vivían dos malvadas
brujas que se pasaban el tiempo haciendo hechizos y preparando pócimas mágicas.
Un día,
aburridas de hacer siempre lo mismo, decidieron salir de la guarida para dar un
paseo por el bosque subidas en sus escobas voladoras. Mientras volaban
observaron a un cocodrilo calentándose al sol plácidamente en la orilla de un
lago azul.
Continuaron volando y lejos de allí vieron a unos loros cantando y enlazando
ramitas y flores sobre el árbol de los valores formando lazos de colores. Sin
embargo, a las brujas se les sonrojó la nariz cuando descubrieron a unas
ardillas subiendo y bajando del mismo árbol al compás de esta canción:
Este árbol es para cantar
Para reír, para danzar
Si eres feliz, ven aquí
//Toca tu nariz, haz achís //
Toca tu barriguita
Mueve tu colita
Si eres feliz, ven aquí
//Toca tu nariz, haz achís//
Al escuchar este canto las brujas se enojaron mucho. Y
más aún cuando vieron a las ardillas rodeando el tronco del árbol. Ahí las
ardillas bailaban felizmente con unas cestitas sobre sus cabezas llenas de
nueces y frutas.
_ ¡No
me gusta la amistad ni la armonía que hay en ese árbol de los valores! _
gruñó la bruja Mariza.
_ ¡Uhh, tengo una idea! ¡Destruyamos ese árbol y
construyamos el árbol de los antivalores! _ refunfuñó la bruja Nahia.
_ ¿Qué son los antivalores?_ curioseó la bruja Nahia.
_ Los antivalores
son una forma incorrecta y dañina de actuar. Son los opuestos a los
valores _ explicó la bruja Mariza.
_ ¡Ahh, es la manera en la que nosotras siempre
actuamos! _ comprendió la bruja Nahia con una risa burlona.
En ese momento descendieron sobre el árbol de los
valores y lo destruyeron para construir el árbol de los antivalores. La
bruja Nahia comenzó a fumar un cigarro con propiedades mágicas, expulsó un humo
negro de su boca y gritó:
_ El antivalor
de la enemistad es para las raíces, el antivalor de la desobediencia es
para el tronco. Los antivalores de la envidia, el egoísmo, la pereza, el orgullo, el
prejuicio y la suciedad son para las ramas.
Finalmente la bruja Mariza también comenzó a fumar. Aspiró el humo, lo mantuvo en su boca y cuando lo
expulsó por la nariz vociferó:
Los antivalores del odio y
la venganza son para las hojas.
De esta manera ambas brujas construyeron el árbol de
los antivalores. Era un árbol feo, seco, negro y tenebroso; que evidentemente
destruyó la paz y la armonía de las ardillas y los loros.
Las ardillas cambiaron la amistad por la enemistad y
los loros cambiaron el canto por palabras malsonantes ofendiendo en cada
momento a las ardillas. Cada vez que las brujas escuchaban las palabrotas de
los loros estallaban de risa.
Todo esto era muy entretenido para las brujas. Los
animales se odiaban y se peleaban entre ellos de tal manera, que la convivencia
en el árbol de los antivalores era insoportable.
Una tarde mientras las brujas se divertían lanzando
humo y hechizos bajo la sombra del árbol de los antivalores, se asustaron
viendo llegar a la hermosa hada del bosque, y les dijo:
El único valor que puede
destruir todos los antivalores es el amor.
Dicho esto la hermosa hada del bosque lanzó un beso de color rojo sobre el
árbol de los antivalores y lo destruyó. Instantáneamente germinó el árbol de
los valores colmado de perfumadas y coloridas flores devolviendo la amistad y
la armonía entre las ardillas y los loros.
Cuando las brujas vieron este acontecimiento
comenzaron a temblar de miedo. Más la
hermosa hada del bosque curvando sus alas al compás del viento
lanzó una luz de color azul sobre las brujas y las envió nuevamente hacia su
guarida dejándolas encerradas para siempre
Autora:
María Abreu
EL ÀRBOL DE LOS ANTIVALORES
En la guarida de un denso bosque vivían dos malvadas
brujas que se pasaban el tiempo haciendo hechizos y preparando pócimas mágicas.
Un día,
aburridas de hacer siempre lo mismo, decidieron salir de la guarida para dar un
paseo por el bosque subidas en sus escobas voladoras. Mientras volaban
observaron a un cocodrilo calentándose al sol plácidamente en la orilla de un
lago azul.
Continuaron volando y lejos de allí vieron a unos loros cantando y enlazando
ramitas y flores sobre el árbol de los valores formando lazos de colores. Sin
embargo, a las brujas se les sonrojó la nariz cuando descubrieron a unas
ardillas subiendo y bajando del mismo árbol al compás de esta canción:
Este árbol es para cantar
Para reír, para danzar
Si eres feliz, ven aquí
//Toca tu nariz, haz achís //
Toca tu barriguita
Mueve tu colita
Si eres feliz, ven aquí
//Toca tu nariz, haz achís//
Al escuchar este canto las brujas se enojaron mucho. Y
más aún cuando vieron a las ardillas rodeando el tronco del árbol. Ahí las
ardillas bailaban felizmente con unas cestitas sobre sus cabezas llenas de
nueces y frutas.
_ ¡No
me gusta la amistad ni la armonía que hay en ese árbol de los valores! _
gruñó la bruja Mariza.
_ ¡Uhh, tengo una idea! ¡Destruyamos ese árbol y
construyamos el árbol de los antivalores! _ refunfuñó la bruja Nahia.
_ ¿Qué son los antivalores?_ curioseó la bruja Nahia.
_ Los antivalores
son una forma incorrecta y dañina de actuar. Son los opuestos a los
valores _ explicó la bruja Mariza.
_ ¡Ahh, es la manera en la que nosotras siempre
actuamos! _ comprendió la bruja Nahia con una risa burlona.
En ese momento descendieron sobre el árbol de los
valores y lo destruyeron para construir el árbol de los antivalores. La
bruja Nahia comenzó a fumar un cigarro con propiedades mágicas, expulsó un humo
negro de su boca y gritó:
_ El antivalor
de la enemistad es para las raíces, el antivalor de la desobediencia es
para el tronco. Los antivalores de la envidia, el egoísmo, la pereza, el orgullo, el
prejuicio y la suciedad son para las ramas.
Finalmente la bruja Mariza también comenzó a fumar. Aspiró el humo, lo mantuvo en su boca y cuando lo
expulsó por la nariz vociferó:
Los antivalores del odio y
la venganza son para las hojas.
De esta manera ambas brujas construyeron el árbol de
los antivalores. Era un árbol feo, seco, negro y tenebroso; que evidentemente
destruyó la paz y la armonía de las ardillas y los loros.
Las ardillas cambiaron la amistad por la enemistad y
los loros cambiaron el canto por palabras malsonantes ofendiendo en cada
momento a las ardillas. Cada vez que las brujas escuchaban las palabrotas de
los loros estallaban de risa.
Todo esto era muy entretenido para las brujas. Los
animales se odiaban y se peleaban entre ellos de tal manera, que la convivencia
en el árbol de los antivalores era insoportable.
Una tarde mientras las brujas se divertían lanzando
humo y hechizos bajo la sombra del árbol de los antivalores, se asustaron
viendo llegar a la hermosa hada del bosque, y les dijo:
El único valor que puede
destruir todos los antivalores es el amor.
Dicho esto la hermosa hada del bosque lanzó un beso de color rojo sobre el
árbol de los antivalores y lo destruyó. Instantáneamente germinó el árbol de
los valores colmado de perfumadas y coloridas flores devolviendo la amistad y
la armonía entre las ardillas y los loros.
Cuando las brujas vieron este acontecimiento
comenzaron a temblar de miedo. Más la
hermosa hada del bosque curvando sus alas al compás del viento
lanzó una luz de color azul sobre las brujas y las envió nuevamente hacia su
guarida dejándolas encerradas para siempre
Autora:
María Abreu
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